sábado, 12 de septiembre de 2015

Una semana en lo profundo del amazonas

Luego de mi fin de año alocado en Quito, emprendí mi viaje al amazonas, la idea era cruzar de Ecuador hasta Perú pero esto no fue lo que ocurrió. La primer parada fue Coca o Francisco de Orellana.


En Coca no hay mucho que hacer, solo fue una parada intermedia donde tomé la lancha para llegar a Rocafuerte. Supuesta mente la lancha salia 7:30 pero por imperfectos técnicos y la subida de los pasajeros terminamos saliendo 8:30. El viaje dura aproximadamente 8 horas, y depende mucho de cuanto pare en el camino, ya que la gente sube y baja en medio de la selva.



Aproximadamente a la 1 PM se para a comer, en un "restaurante" en medio de la selva. Allí se puede comer pescado, guanama y muchos animales que no tenia idea que existían.



Luego de viajar un par de horas, el viaje se torna aburrido, el paisaje es siempre el mismo, y el ruido de los motores sumado a que la gente no es muy abierta, no permite tener charlas largas. Algo que me impresionó, fue el poco respeto que tiene la gente local por la naturaleza, en todo el viaje pude ver como arrojaban desperdicios al río.

  

Finalmente a las 4 pm aproximadamente llegué a Rocafuerte, un pequeño pueblo que esta creciendo por el petroleo que hay a sus alrededores. Luego de pasar una noche allí, crucé la frontera hacia Perú y me dirigí a Pantoja, un pueblo aun más pequeño.
En Pantoja no hay absolutamente nada que hacer, tal es el caso que la gente no trabaja, porque no tiene la necesidad ni la cultura. Solo se preocupan por conseguir alimento y el resto del día se la pasan sentados, bebiendo. Solo algunos se dedican a trabajar, y algunos otros a robar petroleo.

Mi objetivo era ir a Iquitos, pero la próxima lancha salia recién en 15 días, ¿Qué iba a hacer en un pueblo donde no hay nada que hacer 15 días? y para colmo, no tenia mucho dinero.

 
 

Por suerte, luego de estar dos días enteros sentado, mirando el río, llegó un grupo de monjas. Apenas las vi, les pregunte si volvían a Rocafuerte y de ser así si podía volver con ellas y me respondieron que si. Por lo que descarte instantáneamente la posibilidad de ir a Iquitos y me propuse volver a Quito.



Para mi sorpresa en su viaje, las monjitas, se dirigieron al Parque Nacional Yasuní, una de las zonas de la Tierra más biodiversas, en él pude ver millones de animales y plantes que desconocía, ademas, como frutilla del postre pude ver un grupo de delfines rosados y un delfín gris.


  

Una vez en Rocafuerte, compre el pasaje de lancha para volver a Cocas a la mañana siguiente.

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